El Ejecutivo conformó el respaldo financiero que necesitaba el país tras 25 años de retroceso y degradación económica y social.
Por Miguel Rouco
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el apoyo del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el decisivo apoyo del Tesoro de los Estados Unidos (DoT), terminaron de conformar, el respaldo financiero que necesitaba la economía argentina para iniciar su fase de despegue y recuperación, tras 25 años de retroceso y degradación económica y social.
El levantamiento del cepo y el conjunto de restricciones cambiarias son la base de la plataforma de despegue y sumado a ello, la mayor solidez fiscal y financiera, terminan de despejar las dudas que tenían muchos inversores frente a la debilidad de la economía argentina.
Esto no implica que los problemas están solucionados. Ni mucho menos. Ahora se cierne por delante la fase dos del programa de consolidación económica que incluye un profundo conjunto de reformas estructurales que requieren de un amplio consenso social y política para que la Argentina alcance un ritmo de crecimiento económico sustentable y que la población mejore su calidad de vida.
Sin embargo, podemos colegir que las medidas anunciadas por el gobierno tiene dos efectos o consecuencias.
En lo inmediato, hay un cambio de reglas de juego muy marcado donde las empresas pueden volver a desempolvar sus planes de inversión archivados como consecuencia del pésimo manejo económico durante el primer cuarto de siglo.
En el mediano plazo, el firme compromiso del control fiscal y financiero y la profundización en la reducción del gasto público, traerían aparejado una menor demanda de dinero por parte del Tesoro y con ello una caída en el nivel general de precios, terminando de neutralizar cualquier atisbo inflacionario.
A partir de esta semana, el Banco Central (BCRA) contará con 12.000 millones de dólares adicionales que, en unos dos meses ascenderán a unos 20.000 millones de dólares.
Con ese nivel de reservas, el BCRA neutraliza los pesos existentes en el mercado y la presión cambiaria disminuye debido a que el Tesoro dejará de demandar pesos para financiar el gasto con lo cual el tipo de cambio tendería a la baja como consecuencia de una menor demanda de pesos.
El Presidente Javier Milei anunció un ajuste fiscal más profundo para poder despejar cualquier duda adicional y en lugar del 1,3% de superávit fiscal primario acordado con el FMI, se compromete a llegar a un 1,6%. Además, en estas semanas comienza la mayor liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa, lo cual abonará una mayor oferta de divisas en el mercado, despejando las hipótesis devaluatorias más tremendistas.
En definitiva, en el mediano plazo, el dólar tenderá a la baja y con ello las expectativas de inflación porque el Estado deja de absorber el crédito disponible en el sistema financiero.
A medida que la economía comience a movilizarse, los bancos comenzarán a expandir fuertemente el crédito al sector privado. Eso impulsará especialmente a sectores intensivos en financiamiento como la construcción, clave para el empleo y el desarrollo.
Paralelamente, el apoyo del FMI y del resto de las instituciones financieras internacionales dotaron a la economía de una mayor solidez y una mejor capacidad de pago de sus deudas, lo cual provocará una caída del riesgo país y una mejora en la nota de la deuda argentina, lo cual permitirá, volver al mercado y renegociar los vencimientos que operan en los próximos cuatro años.
Si el gobierno mantiene el rumbo hasta octubre, es muy probable que llegue a las elecciones de medio término con la economía en recuperación y expansión, con la inflación en descenso y un clima social más calmo.
De todas formas, no se trata de un camino llano y sin obstáculos. La demanda está muy apagada, los salarios han menguado en su poder de compra y esto está impactando en el nivel de actividad inmediato. De resultas, una mejora de emergencia para transitar el camino hacia octubre sería más que apropiado por parte de las empresas.
Por ahora, es probable que en esta semana corta, la mejora de acciones y bonos será muy notable y la caída del riesgo país, también. La pax cambiaria es el inicio de un eventual camino de recuperación.
El resto es un camino de frondosas reformas estructurales.